Juventud: la fuerza de quien no tiene nada que perder y todo que ganar
Llevo días escuchando conversaciones donde critican y atacan a la Juventud por que no cumplen con las expectativas de los mayores, y es que los “viejunos” desde la Antigua Roma siempre andan con la misma canción, ya lo decía Aristóteles “Los jóvenes de hoy no tienen control y están siempre de mal humor. Han perdido el respeto a los mayores, no saben lo que es la educación y carecen de toda moral.”
La Juventud es, junto con la infancia, el mayor de los tesoros del ser humano; los jóvenes están llenos de sueños, de ilusiones, de lucha, de reivindicaciones, porque eso es el poder de quien no tiene nada que perder y sí mucho que ganar.
Somos consciente de que tenemos que acompañar a un bebé que está aprendiendo a andar y a descubrir el mundo, pero criticamos a quien está aprendiendo a andar en el mundo de los adultos, cómo si nosotros no hubiéramos cometidos errores.
Yo aún recuerdo mi época de estudiante y aquella generación que nos opusimos y luchamos en contra de la LOU, del Decretazo Laboral de Aznar y de aquella voz al unísona del NO a la Guerra, hoy claman por los derechos de las mujeres, por el derecho del pueblo afgano y seguirán clamando por todas las injusticias que ellos consideren, porque eso es la juventud, creer en que se puede conseguir un mundo mejor.
Ahora que miro atrás, recuerdo aquella operación Libertad Duradera, cuando a Bush no le tembló el pulso para aniquilar a un país entero con sus civiles para detener a Osama Bin Laden (hay que tener memoria y saber quién alimentó a los talibanes), y que diferente es ahora cuando llegan los aviones cargados de afganos y afganas que huyen del horror de la Guerra Talibán buscando refugio, así que sí, de algo sirvieron aquellos barros.
Y es que ya lo dice el refrán: “Juventud Divino Tesoro que te vas para no volver”, y es que quizá los viejunos que critican a la juventud de hoy día lo hacen porque este tesoro se fue y no volvió. Por eso, yo voy a seguir mirando de reojo a aquella estudiante y a toda una generación (como todas las generaciones de jóvenes) que soñó en ser David contra Goliat, y que quisieron comerse el mundo, aunque debieron conformarse con dar sólo unos bocados, porque hay que dejarle a los nuevos jóvenes para que puedan morder. Pero ése, es otro capítulo.